Castillo
de Jagua o Castillo de Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua, custodia la entrada
de la Bahía de Cienfuegos desde 1745, considerada la tercera fortaleza del
país, es hoy Monumento Nacional y uno de los símbolos que identifican a esta
ciudad del sur.
Como
dato curioso, esta solida construcción de piedra, es la única fortificación
militar que perdura en las cinco provincias del centro de Cuba.
Fue
proyectado por el Ingeniero Militar José Tantone, de estructura cónica de dos
niveles con un puente levadizo y garita abovedada. Su construcción se realizó
sobre una roca e la orilla occidental del estrecho cañón que da acceso a la
bahía.
Durante
el siglo XVII contuvo filibusteros de la talla de Francis Drake, Jacques de
Sores, Lorenzo Graff y otros no menos temidos en las aguas de Caribe y en 1762
ocupo un lugar cimero en la historia de Cuba al servir de sede del mando
militar español frente a la brevísima ocupación inglesa.
A
más de dos siglos de estos acontecimientos fue inaugurado allí el Museo
Fortaleza de Nuestra Señora de los Angeles de Jagua donde a través de 8 salas
se dan a conocer el desarrollo socio – económico e histórico – constructivo que
propiciaron la construcción de este bastión.
Pero lo que más fama confiere
a esta fortaleza no son sus piedras a prueba ataques artilleros y lo
impenetrable de sus muros; sino la famosa leyenda de la Dama Azul, que ha
perdurado durante siglos.
Los habitantes del lugar cuentan que, según
decían los primeros pobladores del castillo, los graznidos y el vuelo en
círculo de una rara ave sobre el recinto militar antecedían a la aparición
nocturna de un fantasma femenino de elegantes formas, envuelto en un vaporoso
vestido azul y la cabeza cubierta por un velo de igual color.
La leyenda narra que un joven
alférez, recién llegado a la dotación, ignoró una noche los consejos de sus
veteranos compañeros de armas y fue al encuentro de la aparición, que salía de
la capilla de la fortaleza donde había sido sepultada doña Leonor de Cárdenas,
esposa del primer comandante de la guarnición, Juan Cabeza de Vaca. La guardia
lo encontró tendido en el piso de una explanada, sin conocimiento y envuelto en
un gran manto azul a la mañana siguiente. Desde entonces fue recluido en un
manicomio porque perdió para siempre la razón.
Todavía en nuestros días, a
más de un cuarto de milenio de la construcción de la fortaleza, algunos
cienfuegueros alimentan en las noches sin luna la leyenda de la etérea dama
vestida de azul mar.
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